En 1969, la inclusión no solo significaba encontrar un par de jeans que le quedaran bien a Don, que medía 1.93 m, sino crear una experiencia de compras minorista adecuada para todxs.
Esto también significaba que Doris tuviera la misma participación accionaria en la empresa que su esposo, en una época en la que no se esperaba que las mujeres trabajaran en la empresa, y mucho menos que formaran parte de la junta directiva. Significaba defender los derechos de la comunidad LGBTQ+. O insistir en utilizar paletas de colores que favorecieran a la gama completa de tonos de piel, y en promover un enfoque positivo con respecto a las tallas para celebrar todas las dimensiones del ser humano. Y trabajar para garantizar que las personas que confeccionan nuestras prendas laboren en condiciones seguras y justas, y que sean tratadas con dignidad y respeto.
La simple idea de que todxs merecemos pertenecer bajo nuestros propios términos es un elemento fundamental de quienes somos como empresa y de cómo tomamos decisiones.